lunes, 17 de diciembre de 2012

EJERCICIO PRIMORDIAL: equilibrios opuestos (1ª parte: el paso)

Este ejercicio consiste en balancear al caballo entre equilibrios opuestos a los tres aires. Es parecido a lo que comúnmente se llama alargar y acortar el aire, ejercicio que todo el mundo sabe hacer pero pocos son los que se preocupan en buscar la corrección.


Voy a intentar explicarlo lo más detalladamente posible, porque son precisamente los detalles los que hacen que pase un ejercicio de ser bueno a ser excelente. Y mucho más en nuestro número del caballo en el que lo que para nosotros –humanos– son detalles (a la mayoría de los cuales, hasta hace poco, les dábamos muy poca importancia porque nuestra equitación era eminentemente antropocéntrica), para el caballo son cualidades inherentes al movimiento pedido.

Gracias a Dios, el siglo pasado nos aportó una información y una ciencia del caballo que, aunque siguen habiendo muchos velos que quitar (“desvelar”), dichos avances han permitido que muchísima gente pueda acceder al mundo de la Equitación. Y la persona con menos aptitudes hípicas, si su afición y actitud corresponden, puede llegar a montar muy decorosamente, empezando por el respeto al caballo.


Le llamo ejercicio primordial porque es el primer ejercicio del día y, también, porque es el más importante. El primero, porque corresponde al calentamiento de todo atleta. Y, dicho calentamiento siempre empieza por estiramientos, siendo los del cuello fundamentales. Pues para el caballo aún son más importantes porque es la única especie animal de entre los mamíferos que, no sólo endereza su cuello, sino que, en proporción, lo estira muchísimo más, debido a la forma de “S” de sus vértebras cervicales. No hay más que ver la diferencia del largo de riendas en las fotos que acompaño. Lamentablemente, la Equitación desde sus inicios, siempre ha empezado por encogimientos.




Y es el más importante por los continuos cambios de equilibrio sin dejar que en ningún momento se desequilibre. ¿Cómo nos enteramos de ello? Cuando la transición de una posición a otra –a todos los aires– se hace fluída. Dicho de otro modo, cuando no se deja caer y corre al alargar el cuello, ni hay que tirar para subirle la cara y acortar. Lógicamente, hay que empezar al paso y repetir hasta la saciedad para que el cuerpo del caballo se acomode a los continuos cambios. A la mente le cuesta menos porque, increíblemente, le estamos pidiendo un ejercicio la mar de natural para el caballo. El caballo no razona –le falta la corteza prefrontal, parte del cerebro exclusiva del ser humano–, pero sí tiene conciencia de cuando lo que se le pide es conforme a su naturaleza, o de cuando es contrario. Por eso, las insumisiones del caballo, o su rebeldía, en la gran mayoría de los casos suele ser faltas de entendimiento de lo que se le pide o imposibilidad mecánica de hacer como se le pide. En definitiva ¿qué es lo que se le debe pedir al caballo en todo momento? El gesto confortable y económico propio del movimiento ¡y en cada momento! El problema del aprendiz de caballista está en aprender a pedir, en cada momento, ese gesto confortable y económico

ACORTAR Y ALARGAR AL PASO

Lógicamente, el ejercicio lo empezamos al paso. Riendas largas para que pueda estirar el cuello a tope. ¿Cómo valorar dicha posición? Cuello bien estirado –la curva de la línea superior del cuello es mínima, es casi una línea recta–, nuca por debajo de la cruz y cara muy cerca de la vertical. A los pocos intentos nos garantiza una amplitud de tranco excelente.

Los primeros minutos del paso hay que dejarle, o incitarle, a que alargue el cuello y el tranco. Pasados los cinco/diez primeros minutos, hay que empezar a pedirle que suba la nuca –referencia visible de la cabeza del caballo– sin consentirle que su cara se quede detrás de la vertical. Este es el mayor problema, pero no es insalvable. Hay que repetírselo hasta que lo entienda y lo haga.


                               

Simultáneo al levantamiento de nuca, ha de aprender a acortar el tranco hasta llegar al paso a cámara lenta con la nuca bien alta. Mucho ojo de no confundir la nuca con la tercera vértebra: el punto más alto del cuello debe ser, siempre, la nuca. Mal que le pese al caballo. Recuerdo que pedimos en todo momento el gesto confortable y económico del caballo, y éste muchas veces no lo sabe, buscando sólo su comodidad del momento. Una de las grandes diferencias entre el hombre y el animal, en nuestro caso el caballo, es que los animales no tienen sentido del futuro: los caballos, sólo viven el presente. Otra cosa es su gran espíritu de colaboración que nos ha demostrado a lo largo de la historia. Y hoy en día, nos lo demuestra continuamente en las pistas.


Alargar con las piernas –riendas bien largas pero, lo ideal, manteniendo un ligero contacto para no perder la comunicación mano/boca (= comunicación hombre/caballo)–, y acortar con las manos y utilizando las piernas sólo cuando se pare o se desvíe (un toque de atención, nunca una compensación de un fallo). Es normal que al principio, para subirle la nuca, nos toque hacer algo de fuerza. Pero la progresión está en ir perfeccionando la situación en que nos encontrábamos en el punto de partida. Es decir, que en toda progresión, lo más importante, ser conscientes del punto de partida. Y, a partir de ahí, ir progresando y buscando la perfección. ¡No exigiéndola desde el principio! Buscarla desde nuestra situación “real” actual. Con la práctica –tiempo e infinitas repeticiones–, lo importante de las riendas en las transiciones no será el cambio de tensión de las mismas, sino el cambio de ángulo de la acción de la rienda, suficiente para que el caballo cambie su equilibrio. Es lo que hacemos cuando utilizamos una carretilla en las cuadras: primero equilibrio, y luego los cambios con sólo el cambio de ángulo de brazos y manos.

En breve publicaré la segunda parte de este artículo explicando el ejercicio al trote y al galope. Ahora algunos apuntes más que considero interesantes sobre este ejercicio.

Uno de los problemas más graves que nos encontramos es el de los comienzos con caballos calientes o sobrados de energía, o caballos distraídos o con falta de atención. Con estos tipos de caballo nos toca empezar haciendo dos cosas a la vez, parecidas en la forma y muy dispares en el fondo. Con las riendas debemos controlar sus ímpetus o distracciones –normalmente utilizando la fuerza más de lo debido– y también poner orden en su cuerpo y atención en su mente. Y lo peor que podemos hacer con un caballo es pedirle dos cosas que para él son contradictorias a la vez. Cuando nos surge un conflicto montados, lo mejor es resolver un problema a la cuerda o en libertad en el círculo y luego, montados, el otro. Hace falta mucha experiencia y muchísima paciencia para resolver ambos problemas montado. Ah!, y tiempo. La verdad es que tiempo y paciencia van de la mano. Y los caballos necesitan mucho de ambos... ¿Qué es lo primero que le pide el zorro al principito? Tiempo. Espero que muchos de los que me leéis conoceréis “El Principito” de A. de Saint-Exupery. Y el magistral capítulo XXI. La mejor fábula sobre la relación hombre-caballo.
¿Qué supone para el caballo este ejercicio? Una gimnasia excelente. ¿Razones?

1º Es un calentamiento totalmente racional: se empieza por estiramientos.

2º El hecho de estar acortando y alargando continuamente supone, tanto para el caballista que pide como para el caballo que debe responder, una aproximación de sensaciones que nos ayuda a mejorar las acciones anteriores. Esto pocas veces se tiene en cuenta en el trabajo cotidiano.

3º Un trabajo de musculación, flexibilización, coordinación y atención excelentes.

4º Perfección en la comunicación hombre-caballo. En mi trabajo cotidiano, siempre tengo en cuenta lo que yo llamo el SIS, acrónimo de Significación, Inmediatamente y Siempre.

Significación: que todos mis gestos corporales y de mi mano, tengan una significación clara para el caballo. Por ejemplo, retengo con las manos y avanzo con las piernas, y nunca aguantaré agarrándome con las piernas. Es lo que más se parece al baile de parejas: gestos correctos para dejar ideas claras.

Inmediatamente: las correcciones al caballo hay que hacerlas siempre en el momento oportuno, sin dejar pasar ni medio segundo. Sería como si a un niño al que le enseñamos la tabla de multiplicar, le corrigiéramos un error dos números después: nunca tendría claro donde estaba el fallo. Encima, los caballos son más rápidos de reacción que nosotros (dato que aún nos complica más la existencia).

Siempre: quiere decir que nosotros debemos estar muy concentrados mientras estamos montados, o sea, desde que nos montamos hasta que echamos pie a tierra, para corregir lo que haya que corregir y recompensar lo que haya que recompensar. Insisto, el caballo no razona, pero sí memoriza: mismas causas, mismos efectos. Y nunca de una manera aleatoria, lo que causaría confusión a su cerebro.

Pero al SIS, en este caso, le falta otra letra: la “O” de Ocupado.

El caballo necesita estar Ocupado: su atención, propia de la de un animal que es presa, es una atención muy dispersa. Pero en el trabajo cotidiano nos interesa que esté bien pendiente de nosotros. Para ello no nos queda más remedio que estar continuamente pidiendo, teniéndole todo el tiempo ocupado. Su atención dispersa acaba focalizándose. De esta manera se le van yendo todas las tonterías al caballo. Nunca mejor dicho..

Además de gimnasia física, también es bueno este ejercicio como gimnasia mental: en los trancos en que se le pide acortar, se consigue un grado de reunión muy alto, lo cual le supone también un gran esfuerzo. A continuación se le libera totalmente, con el consiguiente alivio para el caballo. Lo que para él es un alivio o recompensa, para nosotros es una constatación de que la reunión previa ha sido correcta, porque al dejarle que se estire ni se deja caer ni corre y, si le ponemos la pierna, amplía el tranco pero no corre. Y el volverlo a reunir subiéndole la nuca, cada vez supone menos esfuerzo . Señal inequívoca de que el equilibrio mejora. Lo que no cabe duda que hay que repetir muchísimas veces este ejercicio para que acabe saliendo muy bien.

Creo que este ejercicio es bueno para todas las disciplinas, aunque cada una con un nivel de exigencia distinto. Posiblemente sea en el salto donde más provecho se obtenga. Precisamente por los contínuos, y exagerados, cambios de equilibrio que hay en un recorrido

Y no hay que olvidar nunca que lo que sembremos al paso, recogeremos al galope.

POR JOSE MANUEL SALES PONS (EL CURA)

domingo, 9 de diciembre de 2012

JENOFONTE




Fue el primero que escribió sobre la hípica y los caballos.


Nació el 430 a.C. en el demo Ático de Erquía, a 15 km de Atenas (Grecia), hijo de Grilo y Diadora. Eran los primeros años de la guerra del Peloponeso, sobre esta guerra escribió el libro “Helénicas”. De familia muy acomodada. Practicó la equitación como los jóvenes ricos de la época. Jenofonte se consideraba amigo y discípulo de Sócrates, pero no perteneció a su círculo más estrecho en el que figuraba Platón. Pero la influencia de Sócrates aparece en los escritos y obras de Jenofonte. Por su origen noble Jenofonte se situó en políticas conservadoras.

Por el año 404 a.C. se estableció en Atenas el Régimen de los “Treinta Tiranos” con el apoyo de Esparta del que Jenofonte fue partidario, derrocado este Régimen, se restableció la democracia. Jenofonte decidió abandonar Atenas.

En el año 401 a.C. se unió a la expedición llamada de los Diez Mil, de Ciro el Joven que pretendía derrocar del trono de Persia a su hermano Artajerjes II, compuesto este ejercito por mercenarios a sueldo. Ciro no desvelo el objetivo de la expedición hasta que no llegaron a Persia. Mataron a Ciro y ese ejercito de mercenarios regreso a Grecia tomando uno de los mandos el mismo Jenofonte, sobre esta expedición escribió el libro llamado Anábasis. Después participo junto a las tropas espartanas en la batalla de Coronea en contra de los atenienses, esto le ocasiono el destierro. Los espartanos premiaron a Jenofonte donándole una hacienda llamada Escilunte, cerca de Olimpia, donde llevo una vida tranquila con su esposa Filesia y sus dos hijos gemelos Grilo y Diodoro, dedicándose a la cría de caballos y a la escritura. Tuvo que dejar la finca cuando Esparta perdió la batalla de Leuctra ante los tebanos. Estuvo en Corinto hasta que pudo regresar a Atenas por el 368 a.C. cuando Atenas y Esparta acordaron una alianza. Hasta que murió en el 356 a.C. con más de 70 años los paso en Atenas escribiendo. Entre los géneros de escritura que practico están: la historia, el ensayo, la biografía, etc., entre las obras que escribió se encuentran: Helénicas, Anábasis, Ciropedia, Hierón, Económico, etc.

En su obra expresa la esperanza de superación de las circunstancias adversas. Simpatizante de un ideal de una vida simple, sencilla y la autentica vida natural. Amante de las penalidades y el esfuerzo.





Jenofonte y los caballos. Sus dos obras Hipárquico (Hipparchikós) que significa “Jefe de la caballería” donde trata de las funciones de esta persona; la otra obra Hippike “Sobre la Equitación” donde da consejos convenientes para mejorar la caballería. Estableció las bases del arte ecuestre clásico. Con ideas sobre la Hípica muy evolucionas. En sus escritos aparecen sus principios ecuestres sobre la doma y el adiestramiento de caballos jóvenes, ejercicios de equilibrio y flexibilidad, cambios de andadura y dirección, círculos y piruetas. Enseño a saltar a sus caballos. Se preocupo por la mente del caballo y estableció el valor de los premios y el castigo. Jenofonte enseñaba que hay que tratar con paciencia a los caballos y no aprobaba el uso de la fuerza para lograr los objetivos. Afirmaba que el jinete que obligaba a su montura con el látigo, lo único que conseguía era el miedo, ya que la asociación que existe en esta acción es de dolor con el objeto que les atemoriza. Jenofonte montaba a pelo con los muslos desnudos y decía que el contacto directo con el pelo del animal aumentaba la adhesión. Por eso le gustaban los caballos con buen dorso.





Frases conocidas de Jenofonte:

“Lo que es arrancado por la fuerza y sin comprensión no es jamás bello.” “Todo aquello que es forzado y malentendido no puede ser bello”.



“Los caballos jóvenes deben ser educados de forma que no solamente quieran al hombre, más aún, que lo busquen”.



“Nunca debes maltratar a tu caballo cuando estés encolerizado; pues hay en la cólera algo de irreflexión por la que frecuentemente se hacen cosas de las cuales hay que arrepentirse”.



“Si se logra que el caballo tome el paso que él adoptaría a su voluntad cuando despliega su belleza, aparecerá alegre y magnífico, orgulloso y feliz de haber sido montado”.




“Alentándole para que adopte las actitudes y gracias que naturalmente adopta cuando realiza una exhibición, ya has logrado lo que anhelas: un caballo que disfruta siendo montado, un animal espléndido y vistoso, la alegría de todos los espectadores... La nobleza misma de los hombres se descubre de la mejor forma en el manejo de tales animales... Estos son los caballos que montan los dioses y los héroes”.



“Si lo recompensas con un trato amable cuando ha cumplido tus mandatos y lo reprendes cuando desobedece, lo más probable es que termine haciendo lo que quieras. Este principio es válido en todas las ramas de la hípica”.



“Los jinetes que obligan a sus monturas con el látigo, no hacen sino reforzar su miedo, porque entonces asocian el dolor con el objeto que los atemoriza”.



“Si empujamos a un potro tanto que protesta con violencia, desmontaremos cuando está calmado”.





lunes, 3 de diciembre de 2012

LA EQUITACIÓN. Caballo en la mano y Contacto


 La puesta en la mano es fundamental.

Podhajsky decía que estar en la mano un caballo es estar obediente al jinete. Que responda al instante a cualquier indicación del jinete y sobre todo que esté cómodo, sin miedo al dolor que puede producir el bocado si se usa inadecuadamente. El jinete tendrá buena mano porque la boca del caballo es sensible, y como decía Nuno Oliveira que tirar o elevar continuamente con las riendas, es inútil, solo sirve para fatigar los brazos del jinete y que el caballo tenga miedo, e insensibilizar su boca, endurecerla, hasta casi hacer imposible la parada. Para ponerlo en la mano hay que trabajarle mucho, realizar muchos ejercicios de gimnasia, así como flexiones directas y laterales desde el suelo y montado, como nos indica Baucher. En los inicios de la doma de un potro le dejaremos que coloque su cabeza más libre con el cuello más alargado hacia delante y hacia abajo. Continuar hasta conseguir poner su cabeza, en posición cercana a la vertical, Nuno decía que cuando esté entrenado debe ser puesto sobre el bocado pero no por la fuerza; para ponerlos en la mano las riendas fijas laterales no son infalibles, se hace a base de gimnasia. Si no puede quedarse unido, excepto por la fuerza y tracción sobre las riendas, estará sin alegría, ligereza y flexibilidad. No todos los caballos debido a su conformación pueden, al tener mala disposición del cuello, cuello invertido, o demasiado corto, los caballos con cuellos cortos y gruesos, no pueden ser ligeros cuando están en la mano. Con caballos con el cuello cóncavo, se trabajara con extensiones y variaciones de marcha, transiciones, incurvaciones y gimnasia, las manos del jinete lo más suaves posible, premiar y permitirle ir con riendas flojas, terminará teniendo contacto con la mano y reunido.
El caballo en la mano estará con gran ligereza y tendrá su cuello, cabeza y cuerpo en equilibrio, y dispuesto a atender cualquier indicación del jinete. El caballo bien colocado, ligero en el tercio anterior, tendrá la mandíbula móvil, saboreando el bocado y estará ligero a la mano. Cuando Baucher nos habla de “plegar el pico” expresión que aparece en su obra muy a menudo, se refiere a que el caballo con ligereza situara su cuello y su cabeza bien colocados cerca de la vertical, respondiendo a las riendas, con movilidad de la mandíbula, si el caballo no tiene móvil la mandíbula será porque tiene alguna tensión y si tiene tensión en esta parte tendrá tensión en el cuello y en todo su cuerpo. Para “plegar el pico” a un caballo y conseguir tener movilidad en la mandíbula se harán ejercicios de flexiones.
Cuando el caballo está en la mano nunca su cabeza se situara detrás de la vertical; la punta de su nariz se encontrara a la altura de sus ancas y su nuca será el punto más alto.
Algo que considero que hay que tener muy en cuenta y que nos enseño Podhajsky, que las manos del caballo no podrán avanzar nada más que hasta el punto donde la prolongación de su cabeza, por lo tanto en los pasos alargados se dejara que extienda su cuello y cabeza.
Monta tu caballo recto y móntalo en movimiento adelante.

El caballo puede estar en la mano, detrás de la mano, o delante de la mano.
Si no lleva el cuello extendido, levanta mucho la cabeza poniéndola casi horizontal puede llegar a ser un caballo con (la nariz al viento o caballo estrellado), si el jinete tira de las riendas, el caballo despapa, se quiere librar del bocado, a esto se dice que el caballo está delante de la mano, no responde al bocado y el caballo ira invertido. También Baucher llama caballo abocinado al que lleva mucho tiempo el cuello y la cabeza muy bajos, se puede decir que estos caballos no están en la mano, no confundamos el caballo abocinado con el caballo que estira bajando su cuello para relajarse, a veces hay que dejar que estire su cuello y baje la cabeza para que estire sus músculos y descontraer su dorso.
Se dice que el caballo está detrás de la mano cuando el caballo se encapota, esto quiere decir que pone su cabeza pegada a su pecho muy por detrás de la vertical, para librarse del efecto del bocado. En esa situación el jinete puede hacer poco, barajando las riendas se puede corregir esta posición, hay que intuir sus intenciones antes de que lo realice para impedírselo, también se le impulsara con las piernas para que vaya hacia adelante.
Se puede corregir a base de gimnasia, flexiones y con mucha paciencia, con las riendas flojas y con unas manos suaves.

CONTACTO.
Contacto según la denominación de Podhajsky “es la unión entre la mano del jinete y la boca del caballo, para conducirlo y reunirlo”. El caballo buscara un suave apoyo con el bocado, con un contacto permanente y uniforme, buscando un sostén en la rienda “quinta pata”, se dice que el caballo está en la mano. Se procurara tener el mismo contacto con las dos riendas. No es el jinete quien debe, tirando de las riendas, buscar la unión con la boca del caballo, el caballo es el que debe buscar el contacto de la mano del jinete.
Este contacto como apoyo sobre las riendas, es debido a una impulsión constante, flexible y con una intensidad apropiada. Si se abusa del contacto se obtendrán unos trancos cortos, sin ritmo y poco regulares.
El Capitán Beudant, decía que se debe permitir que los caballos se muevan con riendas libres, así se llegara al éxito. No sujetar a los caballos. Dar libertad. También decía que debemos “Pedir con frecuencia, contentarse con poco y premiar mucho”.

Cada caballo tiene su punto de contacto. Cuando establezcamos una conexión con el caballo a través de las riendas por primera vez, deberemos averiguar cuál es el grado de conexión al que debemos llegar para obtener una respuesta del caballo. Si mantenemos un contacto estable en el que le ofrecemos apoyo al caballo, seguido de una lenta cesión, el caballo podrá aceptar el contacto y encontrará la forma de llevarse a sí mismo.
Nuestra obligación es encontrar un contacto agradable y sujetar las riendas correctamente para producir un contacto elástico en la boca del caballo. Tendremos las manos ni demasiado bajas ni demasiado altas. Si tenemos las manos demasiado bajas, el movimiento se volverá pesado y rígido, ya que los codos y los hombros estarán tensos. Si mantenemos los codos elásticos y realizamos el movimiento correctamente, sentiremos que el gesto es fluido y suave, sin tensión. Las muñecas estarán suaves y ligeras, nuestra pelvis neutra, notando el contacto en los codos. Estaremos cediendo intermitentemente sin que el caballo pierda el contacto. Sobre esa presión que ofrece el caballo debemos nosotros presionar un poco más hasta que comienza a ceder. Si tiramos de un caballo, el caballo tira más y nadie gana. Cuando el caballo está equilibrado y su dorso está relajado, encontramos el contacto y la presión se convierte en un movimiento rítmico que establece el equilibrio en cada tranco, un intercambio armonioso entre el caballo y su jinete.

José Manuel Sales Pons nos indica que el contacto que tenemos con nuestro caballo es a través de las riendas, nuestra pierna y nuestro culo (asiento), que debemos sentarnos sobre nuestros huesos ísquiones, y que cuando tiramos de las riendas lo haremos desde el brazo, no utilizaremos nuestro bíceps. Debemos comunicarnos con nuestro caballo con mucho tacto, desde que nos subimos hasta que nos bajamos de nuestro caballo estamos comunicando algo a nuestro caballo, recibe información de nosotros a través de nuestra situación encima de él y nuestros movimientos. Otra forma de comunicarnos es a través de nuestra voz, con el “so” para parar o el chasquear “clhass” para que se ponga en marcha. Supongamos que llevamos una carga a nuestras espaldas, si subimos la cabeza sentiremos molestias en nuestra zona lumbar, para ir cómodamente llevaremos nuestra cabeza hacia adelante, así tiene que ir el caballo. Nosotros somos una mochila inteligente para el caballo eso nos dice José Manuel, y os remito a que leáis sus interesantes artículos en su blog “Ocurrencias Hípicas”.

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